LA MUJER
El principio femenino se describe como la ilusión que Dios se impuso a sí
mismo, como la Energía con la cual se dotó por Su Propia Voluntad.
Esto es lo que llamamos “ilusión cósmica” (Maya),
la Forma Femenina. Esta es la razón
por la cual la mujer es considerada como la encarnación de Divina Energía. Ella es la compañera fiel del hombre, es su fortuna; desde
que ella es la concretización misma
de la Voluntad Suprema, ella es Misterio, Maravilla; la representante del
Principio protector, la Reina de su hogar, su benefactora, la Iluminación de la
casa. Las mujeres, quiénes son
depositarias del Principio de Divina Energía, no son inferiores en manera
alguna.¡Cuán llena de fortaleza, paciencia y amor es su naturaleza!
Su autocontrol es raramente igualado por los hombres.
Sirven de guía y ejemplo para que los hombres las sigan por el sendero
espiritual. El amor puro desprovisto de egoísmo, es innato en las
mujeres. Mujeres llenas de sabiduría,
que tienen cultura, impulsadas sólo por amor y ansiosas por discernir
claramente sí sus palabras y actos concuerdan con las leyes de la virtud y la
moralidad, son como la Diosa Lakshmi
(Diosa de la Fortuna), y llenan el hogar de dicha y buena fortuna.
Ese hogar en que el esposo y la esposa están unidos por amor sagrado, en
el cual ambos se dedican cada día a leer libros que alimentan el Alma, en donde
se canta el Nombre de Dios y se recuerda Su Gloria, ese hogar es el Hogar de
Dios, ¡el Cielo en la Tierra! La
mujer que está unida al esposo por lazos de Amor Divino (desinteresado), es sin
duda una flor que irradia excepcional perfume; es una piedra preciosa que
alumbra con su brillo a toda la familia. Una
esposa dotada de virtud es realmente una alhaja refulgente.
La castidad es el ideal para las mujeres....
La modestia es esencial para la mujer; es otra de sus joyas
inapreciables... La humildad, la pureza de modales y pensamientos, la docilidad,
la entrega a ideales elevados, la sensibilidad, la dulzura de temperamento, la
singular mezcla de todas estas cualidades es lo que constituye la modestia.
En verdad es la más valiosa de sus joyas
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